martes, 3 de julio de 2012

La rutona de los puertos. Primera parte

Remasterizo la primera parte de la ruta de los puertos, escrita por Merucu, para goce y disfrute del mundo entero. Se reparten palos a diestro y siniestro. Si crees que podemos herir tu sensibilidad, deja de leer justo aquí.

Para dar la bienvenida al verano se juntaron dos Van Van 125, una GN250, una KLX250S y una G650GS. Y no, las Van Van no se mueren tras 870 kilómetros casi del tirón. Ye una moto de paisanos.


Se sobreviene un tocho considerable; si lo que te gustan son las fotos vete dando para abajo que lo que aquí voy a contar, o bien no te lo vas a creer, o te van a dar ganas de cometer suicidio por haberte quedado en casa con el esfínter apretado y con el cagómetro subido. Avisado quedas.

1. Introducción y antecedentes
Había quien dudaba que se pudieran subir 14 puertos en día y medio. Pues mira, sí se puede.

Hola muy buenas. Se han requerido mis servicios para narrar el evento y como fecha de entrega no había, pues mi tiempo me he tomado. El onanismo profesional es lo que tiene, surgen ideas geniales en esos momentos de lucidez extrema, pero pronto se te ocurre otra idea y se te va la cabeza. No voy a caer en temas offtopic que no es momento (aún).

La verdad es que es que la idea de subir todos los puertos de montaña de Asturias es algo que nos venía rondando por la cabeza hace ya más de un año. De hecho, hicimos la primera intentona el 17 de julio del año pasado en el que hicimos un honroso primer intento.

De esa vez nos tragamos la mitad oriental de Asturias, pero a costa de volver en el día a casa nos dejamos la otra mitad. Por el lado occidental, hay una sobredosis de puertos en muy poco espacio, lo que hacía bastante difícil el poder ir volver en el día, con lo que al Roxu se le ocurrió el hacer noche en Ibias en sus aposentos y así poder, al día siguiente, hacer lo que nos quedara y volver triunfantes a casa. Pues bien, eso fue lo que intentamos entre el 11 y 12 de agosto de 2011.

Buen intento, pero no hicimos todo lo previsto. No por fallos mecánicos no, más bien porque nos liamos en la noche "Ibiasenca". No me voy a recrear en aquella velada que ya hay testimonio oral y escrito suficiente, pero el fallo fue no darnos cuenta, el Roxu y un servidor, de que la ruta no es el problema. No es su dureza ni sus cambios de presión de tanta subida y bajada, no. El problema es que nos llama la atención de forma superlativa todo aquello que acontece más allá de las 2 de la mañana y claro, luego al día siguiente quién se aclara por la carretera.


2. Preparativos
Esta vez iba a ser distinto, tenía que salir bien y del tirón. No podíamos plantearla de una sola vez, porque la cosa no era salir en necrológicas o acabar perdiendo gente por el monte, o acabar sorbiendo ambrosía 2.0 de la que destilan en Ibias para aguantar el tirón. Había que hacerlo bien y de forma seria. Planeando la ruta, alojamiento, ventanas de salida para abortar y tener garantizado un fin de ruta con alborozo e ingesta apropiado.

Pues bien, ya empezamos mal. Lo primero por mi parte, acabo de salir de un accidente laboral que pese a desconocer aún posibles mermas en mi estado mental actual (se rumorea que no mucho peor que el antes del viaje astral), y tras 3 meses siendo un come y duerme, el primer paseín en moto va a ser éste, ale. A toro pasado pienso que si no hubiera ido, no quiero ni pensar en qué estado de deterioro me encontraría ahora intentando superar mi ausencia y además, qué coimes, que soy uno de los psicópatas/politoxicómanos de la zona norte así que qué menos.

El segundo error fue el ya logístico y sin salir casi de casa. El Roxu me mandó dos variantes de ruta por correo hechas a través del Google Maps y la cosa estaba clara, faltaban los flecos. Ay amigos, y ¿dónde se hacen estas reuniones logísticas para que nada quede en el aire? Pues como el foro aún no tiene local social en la zona norte, había dos opciones: una mesa con mapas, flexos, ordenadores y gente o la regulera, en un bar. Efectivamente, querido lector, decidimos que dónde iba a parar, mucho mejor en el chigre.

El comité de sabios fue citado y conminado a darle solución a la ruta en como mucho dos sesiones informativas, pues bien, tercer error. El peso de las decisiones recayeron sobre Roberto, El Roxu y un servidor. Ya te veo, piensas que exagero, que vaya cuento, que qué dramatismo exagerado. Pues muy bien, ilustremos la escena y así puedes imaginarte como oyente en una de las charlas coloquio Nueva Acrópolis de estas que organizamos:


Con ustedes Roberto y El Roxu aburridos por mis cábalas de alturas y repostajes entretenidos con una paloma de pata izquierda amuñonada de un rosa brillante.

Gente seria y preparada, lo sé. Pero la cosa empezaba a írsenos de las manos sin darnos cuenta. En la primera reunión bajo la lluvia lo único que quedó en claro es que teníamos la intención de hacer la ruta y contarlo y que las fechas eran el 22 y 23 o la semana siguiente. Acto seguido empezaron las dudas de la idoneidad de fechas. El 29 habría la posibilidad de alguna alta y baja en la comitiva y el 23 el fin de fiesta coincidiría con la fiesta de San Juan, con hogueras a gogó para poder tirar la moto por la fartura kilométrica y así redimir en el fuego purificador toda la rabia acumulada.


Nuevamente, pesó mucho más el poder acabar de romería que cualquier otro condicionante, con lo que empezó la negociación de alojamientos. El primer día estaba claro que íbamos a pernoctar en Ibias, con oportunidad de dormir en horreo, cuadra o cama en función de las posibles variables de llegada nocturna. El segundo día era el problema. Queríamos algo en un lugar donde hubiera alborozo y fuego. No me preguntes por qué pero yo enseguida me calenté y dije que lo de buscar posada era para burgueses y que a mí me sobraba con una playa para tirar el saco, adoptar postura crisálida en su interior y amanecer plácidamente al día siguiente.

El comité de sabios no daba crédito. Se confirmaba por momentos mi deterioro neuronal. No obstante fue cosa de insistirles unas 200 veces para que lo vieran una posibilidad hermosa. Iba a ser como la California del Gran Miércoles. Amanecer en la arena con nuestras pertenencias intactas, las motos sin costra de óxido y una pléyade de mozas de pelo rubio en la arena poniendo vaselina a las tablas y un olor a gargacoa que nos despertaría para ver sus sonrisas al reconocernos saliendode los capullos de seda cual orugas.

Efectivamente, capullos ibamos a ser si hubiéramos optado por el plan este pseudo psicotrópico. Más si cabe sin contar por problemas de fechas con Yago, nuestro boticario motero de cabecera. Así que en un momento de lucidez, optamos por buscar posada. Voy a resumir, pero optamos al final por un hotel/restaurante/lupanar muy digno en Ribadesella que garantizaban esperar nuestra llegada hasta las 11 de la noche. Sólo sé que cuando llamamos para reservar, el tipo que contestó estaba bastante extrañado por nuestras intenciones y procedencia. Normal, la noche de San Juan en Ribadesella no es precisamente el Mardi Grass y yo no doy el perfil de Peter Fonda. Por no hablar de los dos que has visto, que aunque se dan un aire, no te evocan a Nickolson y a Hopper precisamente.

Bueno, finalmente quedaba la tormenta de llamadas para reclutar gente para la comitiva. Bambam se apuntó al bombardeo, Julitro nos comunicó que como si tenía que sacrificar a alguien del trabajo pero que venía y Afuegaelbike se apuntó al sábado de pasión. De los demás nada de nada. Algunos por imposibilidad material y otros poniendo disculpas como, abro comillas "el asfalto está muy duro" o "estoy preparando una media maratón y no quiero perder la forma". No me voy a poner a valorar estos comentarios, pero que venga Cthulhu y me lleve si exagero un ápice.

La cosa estaba así. Seríamos 4 el viernes y 5 el sábado. Julitro no cometió matanzas y se dio mus obligado por cuestiones laborales.


3. Viernes 22, empieza la rutona de los puertos
Esta era nuestra primera jornada:
http://goo.gl/maps/nth3]http://goo.gl/maps/nth3

Intentamos negociar unas plañideras para dar la salida, de cara a un posible no regreso, pero no hubo sincronización entre la agencia de eventos y el vestuario, así que fue algo más sobria. Salida desde el puerto de Gijón, donde Afuegaelbike apareció a acompañarnos por Gijón, pasamos por Oviedo a recoger a Bambam y de ahí hacia la comedia.


Pasando por Teverga nos dimos cuenta que si no nos mojábamos iba a ser de petaca. Un cielo gris auguraba alguna ducha, posiblemente en altura, y para variar, el que escribe optó por un vestuario casual alejado de plásticos impermeables, con lo que me lo iba a pasar genial con las gónadas a remojo en estos primeros 230 kilómetros. Pues bien, llover no llovió pero fue empezar a subir el puerto de San Lorenzo y aparecer la niebla de las nieblas y un frescor tropical que hizo el deleite de los 4 trastornados:


Detrás hay una visión pintoresca, pero no es efecto blur de Photoshop, es que aquí el verano es así.
Pero empezaba la serie de instantáneas que justificarían la rutona y así coincidimos en retratarnos coronando cada uno de los puertos que nos encontráramos. Con ustedes, el primero:


Cuanta felicidad en sus rostros, qué ganas, qué ansias, qué frío, oiga.

Después nos tocaba Somiedo, más alto que el anterior. Tuvimos la suerte de notar síntomas de congelación incipiente en perniles y ventolera simpática. Nuevamente coronamos y decidimos dejar constancia de la aventura:



 
Espectacular coreografía de los dedos en "v". Parecemos el ballet del Sanatorio Marítimo.


Salimos hacia el tercero, Leitariegos. Antes pasamos por la provincia de León y pudimos comprobar que el verano no es un estado mental. Sol y gente de esta que cuando pasas por los pueblos se te queda mirando fijamente y pides al altísimo que no tengas que parar por alguna avería porque sabes que cual Deliverance de secano, se van a abalanzar sobre ti y que acabarás siendo la carne de las albóndigas del menú del día de mañana. Sobrevivimos y coronamos aún más arriba pero despejado:


Extravagança fotográfica por mi parte, pero qué quieres. Las autofotos estas a la carrera es lo que tienen.

Antes de subir el Connio, el último puerto de esta jornada, hicimos una parada hipercalórica en Cangas de Narcea, donde congratularnos por la simetría y por la arquitectura en aplacado de plaqueta, donde Cangas es la Pompeya de los 70. Una maravilla para los sentidos:


Tres tunantes. El de la avería en la cabeza, Roberto aka. mirada golosona y el picoleto con mirada intrigante a una joven madre local.

Tras comprender que prolongar nuestra estancia en la villa podía hacernos perder alguna extremidad, salimos hacia el Connio. Un puerto largo, estrecho y sin tráfico que es una delicia. Apúntatelo si vas en coche y quieres adelantar acontecimientos llevando a la suegra esa que sufre de vértigo, gota y bigote que pincha.


 De nuevo el ballet en perfecta simetría.

4. Noche del viernes 22, San Antolín de Ibias
Permíteme que me detenga a narrar acontecimientos ajenos directamente a la ruta motera. Tras dejar los bártulos en Boiro en la casa del Roxu, pusimos muda limpia y salimos dispuestos a cenar previa ingestión liquida de bebida energética. Y qué mejor lugar para repostar fluidos que una gasolinera. Efectivamente, en Ibias, donde siempre es 1982, se puede beber una Mahou y fumar al lado de un surtidor de gasolina.

La hospitalidad salió a relucir nada más llegar. Fue aparcar las motos en la gasolinera y el gerente se ofreció a expulsar a la mocedad que poblaba la terraza para dejarnos sitio. Declinamos tan atento gesto ya que ellos eran legión y nuestro uppercut deja mucho que desear. Entramos y, tras ordenar unas cervezas, empezamos a departir con los lugareños. Ahí apareció un lugareño de acento agallegao, un crack en lo suyo. Rompimos en 5 minutos todas las reglas no escritas de una conversación con desconocidos. A saber, no hablar de política, religión o del rey. En los 80 sí se puede, amigos. Mientras tanto Alemania le daba una cuera a los griegos en la Eurocopa. Eso sí, celebramos el gol de Grecia como si no hubiera un mañana. Merkel seguro que notó una palpitación en la Fuerza cuando brotaron improperios contra su persona desde tan recóndito concejo susceptible de rescate.

Antes de que se nos fuera de las manos la cosa, fuimos a cenar.

La cena buenísima, sólo destacando que Bambam y un servidor sufrimos la maldición de los quintos de cerveza. Esos botellines del tamaño de un minibar de pensión te hacen sentir violento con ellos en la mano. Solución, pedir de dos en dos. Pronto notamos que no era temporada alta por la poca afluencia en el local. Bueno, eso no es correcto del todo porque en el comedor nos encontramos con una cena de empresa del "Círculo de lectores junior". Tres parejas, ellos de camisa, pantalón de pinza y corbata o pajarita y ellas en vestido. Algún guiño al diseño Balenciaga por parte de una de ellas, con un vestido de gasa traslúcida que resguardaba una pieza de lencería que revisitaba la braga-faja cervical preconstitucional del tamaño y forma de un paracaídas del cuerpo de paracas de Alcalá de Henares. Muy ponible.

Tras la cena salimos de forma pizpireta y ordenada hacia la sala de fiestas Fénix, cuando, horror, nos enteramos que había cerrado. No nos vinimos abajo de milagro. Una de las paradas culturales del viaje se había clausurado por una deficiente gestión de los últimos propietarios. Los temblores empezaron a agitarnos las extremidades de forma arrítmica. Pero nos enteramos que tras colapsar esa sala, HABIAN ABIERTO OTRA. Estábamos salvados, otra sala de fiestas. Con escalera de 6 millones de pesetas de las de antes del redondeo, de acceso descendente (datos contrastados). Nos faltó poco para bajar dejando la piñata. Eso sí, nada más llegar a la puerta, vimos esto:


La vaca loca, como en los 80 pero hoy.

Fue separar la cortinilla de eskai y toparnos con una sala del tamaño de un apartamento de protección oficial. La barra estaba franqueada por un acolchado en marrón muy acogedor. La camarera se puso presta a llenar vasos de tubo de Svarovsky para saciar esa sed sempiterna que nos acompaña allí donde vamos. Empezaron los problemas. Si pedías algo con limón, te lo servían, pero el limón no brotaba de un botellín, surgía de una jarra de latón. Ante nuestras miradas perplejas, nos giraron 180º la jarra y pudimos contemplar que existía una pegatina de KAS que garantizaba dos cosas. Una que era KAS y la otra que era de garrafa. No sabemos si la jarra se llenaba de excedentes de botellines o bien que en los 80 el comercial de refrigerios en vez de traer botellines trae un camión cuba y rellena las jarras de los bares de los pueblos. La pegatina acabo cayendo víctima de la condensación o también llamado "efecto cubata" (visto en Redes de la 2). Superado este momento giramos nuestras cabezas hacia la pista, donde los Opus Dei Boyz de la cena estaban bailando furiosamente lo último en perreo. Sombreros de cowboy y un pedal incipiente les hacía girar de forma alegre. Miedo nos dio cuando al acabar una versión euro pop de la Lambada empezaron a pedir "el Gato volador". Nos quedaban dos opciones, o entrar a la pista esperando que pusieran a John Scatman y vaciarnos o mantenernos en un discreto segundo plano. Pues sorpresa, pese algún conato de baile optamos por mantener la dignidad del motero y no soltar los codos de la barra acolchada.


No había mucha posibilidad de que mejorara el hilo musical, así que optamos por abandonar ordenadamente las instalaciones y recuperar las motos hacia la casa donde descansar para madrugar al día siguiente y cumplir el plan de vuelo.

Se sortearon los camastros y tras unas oraciones prometimos en vernos al día siguiente temprano. Y aquí se nos fue nuevamente de las manos la velada.

El Roxu aparece con sendas armas de proyectiles así redondicos y comienza una sesión redneck de tiro con diana olímpica. Lo que empezó con un par de tiros y para la cama se fue transformando en una sesión de fuego amigo con hilo musical y mucha diversión. Tres hombres hechos y derechos, mientras Roberto dormía plácidamente, se dispusieron a enredar (sin nada para beber, ojo), hasta aburrirse.


Con la izquierda señalo la tronera y con la derecha aplico el correctivo.

Y de repente, amigos, Bambam se engorila del todo y organiza un espectáculo gangsta del que aún nos estamos recuperando. Decide enseñarnos cómo se aplica el dolor y comienza a hacer volar dianas, palillos, cerillas y toda clase de objetivos susceptibles de un evento homologado de este calibre. Una cosa es leerlo y otra verlo:


 
GTA San Antolín, la última entrega de Rockstar para la PS3

Situación fuera de control y porque somos como somos quisimos compartir nuestro alborozo con Roberto que estaba en sus aposentos. Se nos ocurrió entrar al asalto en la habitación ataviados de casco y chupa y despertarle a las cuatro de la mañana apremiándole para levantarse y atusarse señalando que eras las siete pasadas. La risa nos delató, creo. O eso o que no hay quién despierte a un paisano de Felechosa. Después, conato de acostarse no sin antes dar voces, gritar "QUE ME COME EL PAYASO" en homenaje a los Simpson y poner en el móvil ruidos variados y cánticos.


El Roxu y un servidor fuimos conscientes de que a Roberto y a Bambam no los despierta ni una orquesta de Devil sin sordina con un par de Massey Ferguson acelerando al ralentí con percusión de explosivo C4. Qué poder somnífero, qué aguante. Desistimos a las cuatro y pico.

Y así terminaba la primera jornada.

Voy a hacer una pausa aquí para continuar la crónica en otro post que si no igual esto no se asimila del tirón. Lo dicho, queda mucho más.

FIN DE LA PRIMERA PARTE

¡Que vos preste!


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