viernes, 30 de agosto de 2013

Galicia: moto y verbena.

Había que apurar las vacaciones, quedaba más de media semana por delante. ¿Qué hago? Pues ¡Galicia!, ...♪♫ cada día mais linda e mais linda, cada día mellor e mellor ♪♫...  

Cargué las maletas y puse rumbo a poniente, sin decidir itinerario, ni alojamiento, ni destino exacto. En el último instante se sumó la jefa a la orgía kilométrica y gastronómica, así que, Franín, vete vaciando una maleta y llenándola de frascos, plancha del pelo, secador... Ah, sí, y busca sitio para las sandalias, las chanclas y las francesitas. Por cierto, mira a ver dónde metes tu calzado, porque no vas a estar en botas todo el día y aquí ya no cabe nada. Sí, buana.

Puntualidad española

Con todo listo, acordamos salir el miércoles hacia las diez... nos levantamos a las once. Acabamos aterrizando en Lugo capital a la hora justa para atacar al pulpo y a otras viandas de la zona. Sobre la marcha habíamos reservado en un hotel a las afueras, que por menos de cincuenta pavos incluía gimnasio, piscina y jacuzzi www.hotelsantiago-sl.es Un sitio muy recomendable a cinco minutos en moto de la muralla romana. Chapoteamos toda la tarde con unos agradables 28 grados sobre nuestras cabezas.

La piscina del hotel


Lugo es lo que es, pequeñito, pero con precios de hostelería irrisorios en comparación con Asturias. Cuatro cañas por seis euros y sales cenao dos veces del bar. Además, dentro de la muralla tienes doscientos sitios en plan tapeo en los que tienes que pedir mucho (pero mucho, mucho) para pasar de los veinte euros por cabeza.

El fraile a punto de ir a misa (ja)

Otro lateral de la catedral

Que no. Que este no costaba veinte euros

Cenaos y recenaos, nos apretamos sendos cubalibres y presenciamos en pleno centro una orgía de osos amorosos. No se cortaban un duro, oiga. Declaramos Lugo capital del orgullo gay plantígrado.

Qué ágiles son los osos

¿Crees que yo estaba mal? Tenías que haber visto a la señora sesentona cuyo marido tuvo que arrastrarla por media plaza porque ya no daba dos pasos seguidos. O el satélite que se echó una siesta de pie, apoyado en una mesa alta que basculaba sobre dos de sus patas al son de los ronquidos del susodicho. Todo esto a las doce y media de la noche... No hay fotos porque hay que guardar cierto decoro, lo siento. O haber venido, que yo avisé.

Vale, ya estamos en Lugo. ¿Y mañana qué? Patri es muy de orquesta. Sí, de orquesta de verbena de pueblo. Sí, de las de chimpún-chimpún-pararín-pachín.. Y los expertos en barras de acero inoxidable con el logo de Pepsi y carpas blancas en la plaza del pueblo consideran que la mejor orquesta de España es Panorama. Bueno, pues tocaban cerca de Pontevedra, así que nos fuimos a la capital de la provincia.

Más te vale, chato, no perderte en Pontevedra capital, porque el listo que haya organizao el urbanismo puso todas las calles en el mismo sentido. Para dar la vuelta a la manzana tienes que pasar por cuatro barrios diferentes. Verídico.




El casco viejo, igual que en Lugo, también está plagado de bares de tapas baratos y raciones más que abundantes. Navajas, calamares, chorizo al vino, pimientos de Padrón... se me hace la boca agua.

No sobraron ni los rabos de los pimientos

Llegó la noche. Había que ir a ver a Panorama a Zacande, un pueblo de cien habitantes. Ojo, cien habitantes y sólo Panorama cuesta alrededor de 12.000 euros la noche, había otra orquesta más y era el segundo día de fiesta. ¡Qué poderío!

La orquesta, pues es la mejor. Dentro del camión lían un espectáculo considerable que ya quisieran muchos cantantes de Los Cuarenta Principales y mierdas similares. Lástima que el noventa por ciento de canciones son una puta mierda, pero ye la moda, qué se le va a hacer.

Panorama en acción. Al de amarillo creo que le pingaban los mocos.



El viernes tenía que hacer una visita de cortesía en Moaña. Nos apretamos un pescadín de la ría y nos pasamos la tarde de turisteo por Vigo. Sobre la marcha reservamos en el Hotel del Mar, muy bien situado, pero la habitación era la más pequeña que hayamos encontrado nunca en un hotel: la puerta del baño era plegable, la ducha era una caja de cerillas y por las dimensiones y la propia disposición de los habitáculos te pones a cagar a escasos cincuenta centímetros de la cabeza de quien esté aún en la cama. Muy romántico.

Vigo visto desde el parque Castrelos

Y ahora mirando hacia el otro lado

Fiebre constructiva de los años sesenta en la Isla de Toralla

Tiramos de Tripadvisor porque ya teníamos ganas de comer algo diferente y nos encontramos con una tapería en plan modernillo que tenía buena pinta y se llamaba Tapéame. Efectivamente, estaba muy bien, todo muy rico y a buen precio. Por cierto, tienen minihamburguesas de canguro y camello. Probamos la de canguro y está bastante buena. La de camello, ni el camarero nos la recomendaba.

Empezaba a tirar el fresquete y nos acercamos al hotel a por una chaqueta antes de tomar los cubalibres de rigor. De camino, arlequines con zancos, señoritas con can can de fantasía, escotes vertiginosos... Echamos un ojo y resultó que era el aniversario de un bar de copas que estaba a dos pasos, el Barrocco. Nos dieron un par de invitaciones y allá nos fuimos para rematar la jornada viguesa.


Al día siguiente nos levantamos como pudimos, desayunamos algo y arrancamos camino de Gijón sin gran cosa que contar, salvo que nos apretamos un bocadillo en La Perla do Muiño, un bar de carretera de Teixeiro. Y qué bocadillo, mamina mía, qué bueno estaba. En el comedor no cabía un alfiler, estaba lleno de gente, hasta la bandera, así que imaginamos que se come muy bien. Apuntadlo si pasáis por ahí.

Pues se acabaron las vacaciones, por ahora. Y hubo que volver a la rutina. Qué dolor. Si es que, ya lo decía el refranero, puta dominguera no quiere lunes.

¡Que vos preste!



lunes, 26 de agosto de 2013

Una Van Van en Ibiza

- Quiero ir a Ibiza.
- Yo no.
- Es muy guapo.
- Que no.
- Podemos alquilar una moto para movernos por allí.
- Espera.
- ¿Qué?
- Ya está, Patri. Tenemos una Van Van reservada. Busca vuelo y hotel.

Ligeramente resumida, esa fue la dura negociación de Patri conmigo para viajar a Ibiza. Durante unos días, volví a pasarlo teta con la pequeña Suzuki. La moto es la mejor forma de conocer la isla y acceder a las innumerables calas sin preocuparse de aparcar. Solo necesitas llevar un pulpo para amarrar los enseres playeros al portabultos.

Hay unos cuantos establecimientos donde poder alquilar motos en las principales localidades de la isla. De marchas, solo la Van Van y poco más. La mayoría de las carreteras están limitadas a una velocidad de entre 50 y 80, así que sobra para recorrer todos los caminos y disfrutar de los desplazamientos. En los núcleos urbanos la gente conduce mal. Muy mal. Los taxistas son un peligro aún mayor. Hay que andar con cien ojos.

Para los que tengáis intención de ir a Amnesia, que sepáis que haciendo check-in tres días (aunque no estés en la discoteca) te regalan una entrada gratis para el día que se te antoje. Nosotros lo descubrimos tarde. A ver lo que dura la promoción.

Reseñar, también, que en la mayoría de sitios se come de puta pena y, por supuesto, a unos precios que me río yo de lo que hizo Bárcenas. Solo encontramos un sitio decente y a un precio acorde con la calidad de la comida, este www.sacarboneria.com Hay que reservar y el servicio a veces es un poco lento, pero merece mucho la pena.

Como no pasaron cosas raras ni me vinieron a visitar las musas, os dejo unas cuantas fotos y si alguien quiere saber algo más, que pregunte.




Hay que aparcar a la sombra si no quieres abrasarte el culo al montar.



Efectivamente, sidra en Ibiza. Así da gusto.



Cala Xarraca y el pulpo amarrando la mochila playera

 
En cala Mastella había más sombrillas que gente.

Cala Bassa. En esta playa hay que tener cuidao de no pisar a la Duquesa de Alba, que parece ser que se arrastra por estos lares.


La puesta de sol en San Antonio. Mucha gente. Los guiris calentando motores.


Playa de Santa Eulalia

Cala Nova

Cala Llonga

Flota ibicenca.

Ni con esta llega al suelo.

Portinatx. La playa no la saco, que huele mal. Muy mal.

Ale, majos. Se acabó.

¡Que vos preste!