lunes, 6 de mayo de 2013

La ruta de los 20.000



Fue el día en el que matamos 20.000 mosquitos.
Fue el día en el que nos comimos 20.000 baches.
Fue el día en el que la rueda trasera de la V-Strom de Tino me lanzó 20.000 piedras al focicu.

Ah, sí, y también fue el día en el que la GS cumplió los 20.000 Km. Y para celebrarlo, hicimos una ruta de 650.

Mi idea inicial era salir a hacer la Rider de los puertos con Paco, pero por varios motivos (sobre todo, que tenía que levantarme a las seis de la mañana), me conformaba con darle caza y subir un par de puertos. A la vez, Tino publicaba un par de rutas tentadoras y finalmente terminé a rebufo de la V-Strom de éste último.

Empezamos la ruta sin decidir cuál de las dos haríamos. Llegados a Cangas del Narcea, acabamos optando por ir hacia Puebla de Sanabria por el camino más enrevesado posible. Atacamos Leitariegos y ninguna anécdota reseñable hasta Ponferrada. Aquí, el GPS de Tino empezó a intentar "porculizarnos" el día. Nos hizo dar vueltinas por los alrededores de Ponferrada durante una hora. Tras amenazar con tirarlo al agua parece que se centró y por fin nos guió hacia la primera carretera chunga del día (y a la postre, la que mejor estaba): puerto de El Morredero (1.731 m).

Primeras rampas de El Morredero, dejando atrás Ponferrada (foto de Tino).


Durante la subida paramos a estirar les patuques y mientras yo me dedicaba a lo importante, es decir, a comprar víveres, Tino se fue a sacar fotos a un arbolucho (tejo milenario, dicen). El chigre aledaño al Tejo en cuestión, ofrecía centollos, percebes y la puta su madre a mil y pico metros de altitud y 24º a la sombra. A punto estuve de decirle a Tino "mándame un whatsapp cuando llegues a casa".




Subimos entre vistas espectaculares, baches, piedras sueltas, más baches, agujeros negros, argayos... lo que suele pasar cuando el MOPU abandona carreteras que ya de por sí están bastante emputecidas por el paso del duro invierno. No obstante, mereció la pena, y fartucamos en alguna rampa, a la vera de un regatu de caudal considerable, con vistas espectaculares.

El regatu, inmortalizado por Tino 



Sin darnos tiempo de asimilar que estábamos a punto de estirar la pata en El Morredero, el destino nos depara un nuevo puerto aún más emputecido que el anterior; más baches, un manto de gravilla y cúspide a casi 2.000 metros. Era el puerto de Las Portillinas. Todo hermoso, sí, pero pa haberse matao. Qué furacos. Qué argayos. Eso sí, quitamiedos por todas las esquinas casi tapados por restos de argayos. Ahora fuera de coñas, el paisaje es espectacular. Las vistas quitaban el hipo.

¿Quitamiedos abandonados o soterrados?


Bajamos sanos y salvos, nos comimos el Alto de Carbajal sin mayor dificultad y pusimos rumbo a la Sierra de la Cabrera para cruzar a la provincia de Zamora. Entre medias, el GPS siguió haciendo de las suyas y a puntito estuvimos de comprar escuadra, cartabón, transportador de ángulos, compás y brújula, porque ya estábamos viendo que nos comían los lobos y una nube negra empezaba a salpicarnos peligrosamente.

Pintoresco pueblo en algún punto de la ruta.


El paso elegido por Tino para saltar de León a Zamora fue el Alto de El Peñón. "Lo asfaltaron hace poco para la Vuelta Ciclista", comentaba el Road Leader... Acabamos comprobando que debió de ser para la Vuelta de hace 25 años... El emputecimiento de la carretera daba un salto cualitativo y cuantitativo: furacos aún más profundos, argayos aún más grandes, más gravilla, más de todo. ¡Qué locura! ¡Qué bendita locura!


Como había poca emoción, nos la jugamos a ver si nos despeñábamos a la entrada de Zamora.

Puerto de El Peñón


Por supuesto, el GPS nos siguió porculizando cada dos por tres. Llegamos a temer por nuestras vidas cuando invadimos algún pueblo de la Zamora profunda. Empezaba a aparecer gente diminuta, enjuta, desconfiada, asomándose a la plaza del pueblo por las esquinas, armados con bastones, motosierras... los ojos vidriosos y envueltos en sangre, casi como esperando una avería mecánica para abalanzarse sobre nosotros y convertirnos en manteca. Terrorífico. Conseguimos huir de los lugareños, pero no de la puñetera nube negra que nos había amenazado previamente, que acabó por acojonarnos un poco más al tiempo que hacía que ese olor característico de humedad, cuando empieza a llover después de un tiempo, se nos colase por la napia.

Y llegamos a Puebla de Sanabria, que nos recibía con agradables temperaturas, calles animadas y coches clásicos portugueses de tourné por la comarca. Paseo, fotos, merienda y vuelta a casa, buscando el puerto Pajares.




Además del imponente castillo de los condes de Benavente, pudimos contemplar la masificación de edificaciones religiosas. Poco más y San Cayetano le da un pisotón a la Señora del Azogue. Sería por terreno en Castilla, ¿eh? 




Se nos agotaban las horas de luz bajando el puerto y terminamos la ruta por autopista hasta Gijón. Acabé haciendo media Autovía Minera con una sola mano porque la contractura del hombro izquierdo me estaba matando. Ya en casa, reposado, me daba cuenta de que no me había apretao ni una sola Mahou en todo el día, causa evidente del insoportable dolor de hombro.

Gracias, Tino, por la pedazo ruta que preparaste y por las fotos que te robé.

¡Que vos preste!